Este es un texto que escribí hace pocos meses. Anteriormente, ha habido en este blog un texto al año, haciendo un autoanálisis de mi misma, y es curioso comprobar cómo he ido cambiando, y creciendo. No están ya por aquí, los guardo para mí, pero encontrándome cada vez más cerca de los 22, me apetece dejar por aquí mis 21...
Con 21. Pero con 21 esperando los
dos patitos. No esperando de esperar, no porque los desee o los visualice, sino
porque sé que se acercan, y como tantas otras cosas que no tenemos porqué
desear en la vida, acaban llegando.
Maduras. Sales de la adolescencia
y echas la vista más hacia adelante que hacia atrás. Sí, claro, sigo mirando al
pasado de reojo, es inevitable, pero la mayor parte del tiempo me planteo qué
hacer de mí, qué pasará después, cómo será mi rumbo, si me equivocaré más que
si me he equivocado.
A nada de cerrar otra etapa, de
cuatro años que se han pasado en un santiamén, que los 21 también suponen eso:
que cada vez el tiempo pasa más deprisa, que cuando te das cuenta de que tu
helado era de fresa ya te lo has acabado, y casi, casi, ni lo has saboreado.
Que he cambiado, y menos mal.
¡¡¡Menos mal!!!
Que soy más egoísta. No que me
quiera más -que también-, sino que me priorizo. A mí y a mis necesidades. Y sí,
lo es. Es egoísta, aunque muchos digan que no, aunque la gente lo pinte de
"amor propio". Puedo amarme como nunca sin sentirme egoísta, y sin
embargo, en ocasiones me creo egoísta, pero soy más feliz así. Quién sabe si
con el tiempo dejaré de verlo como algo positivo.
Y es que estaba cansada. Cansada
de ser la tonta, de sentir que haciendo lo mejor los demás no le daban
importancia, y de querer hacer cosas por personas que no movían un dedo por mí.
Dejé de darme a los que no se me dan. Y alegre por ello.
Que a veces soy muy metepatas, y
muy rancia. Y que no me gusta esa parte de mí. Porque lo que en realidad me
gustaría es ser siempre esa sonrisa, esa luz y esa actitud positiva para los
demás, No tener siempre buenos días, porque es imposible, pero sí dejar las malas
caras cuando nadie tiene porqué sentirse mal por mi situación interior.
Por otro lado, creo que poco a
poco pero segura voy venciendo miedos e inseguridades. Que son las que siempre
me han impedido hacer lo que realmente quiero, decir lo que realmente pienso y
sentirme como realmente debo. Pero eso está cambiando. Poco a poco, ya lo he
dicho, pero cambio. Cambio constantemente, y siempre a mejor, y contenta de
convertirme en quien me estoy convirtiendo. Y que, además, he descubierto que
me apasiona el cambio en sí. Que es natural y necesario.
Y tengo más metas, objetivos,
sueños e ilusiones que nunca. Conforme pasa el tiempo, más se me escapa, más lo
quiero aprovechar y más intento ser libre e independiente, y tenerme y
valorarme como a nadie más.
Me siguen encantando la música,
los libros y las películas. Pero lo que más me gusta últimamente es la gente.
Pasarlo bien, reírme hasta llorar. Estar siempre rodeada de personas, y viajar
y conocer mundo, y beber cerveza en cualquier sitio a cualquier hora. Dar
abrazos y besar. Me encanta besar. Qué poder tiene un beso.
Nunca me consideré orgullosa.
Jamás. Pero me he descubierto en más de una ocasión no queriendo pedir perdón,
o aún haciéndolo, costándome más de lo esperado. Aunque yo tuviese la culpa.
Aunque al final sepa reconocer que sí, que he sido yo, que he fallado. Y que
aquello de "perdono, pero no olvido" a mi me pasa al revés. Que
olvido, pero no perdono. Que se me acaban borrando de la mente los hechos exactos,
las palabras, las personas... que me olvido de todo, que vivo tranquila, pero
que cuando vuelven a mí, o a mis pensamientos, se abre la puerta del rencor, y
algo muy dentro de mí no deja que las cosas vuelvan a ser igual.
Y he entendido que no le puedes
gustar a todo el mundo, ni viceversa. Y que eso no es algo malo, para nada. Que
no tener enemigos es lo extraño, lo preocupante, y lo que diría que quizá no
estés siendo tú al cien por cien y en toda tu esencia.
Y puede que esté dejando cosas en
el tintero, pero hace tiempo que tampoco me importa demasiado el orden, que ya
no soy tan exacta y aunque sigo haciendo listas para todo, mi letra cada vez es
peor. Pero me gusta.